Estamos de enhorabuena. El sentimiento europeo está en alza. Hoy nos sentimos más europeos que hace unos meses. La gente radia
europeidad en sus pensamientos, en sus principios...
Mas no las tengo todas conmigo. Los sentimientos muchas veces están propiciados por situaciones que los hacen superficiales, que los hacen volátiles. Todos lo conocemos: lo que en la primavera es una fuerza inconmensurable, en otoño languidece y desaparece...
Pero aún así, todos sabemos que Europa ha avanzado. Hoy es impensable una guerra paneuropea. Puede parecer poca cosa, pero es ya de por sí una excepción en nuestra larga historia. Una crisis tan grave como la actual se salda meramente con "tensiones" en los despachos y en reuniones de primeros ministros y jefes de gobierno - aunque se debería matizar, ya que siempre intentan, y más o menos consiguen, sacar posturas consensuadas aunque algo flojas. Es más, se podría decir que se masca más tensión en los partidos de la liga de campeones. Europa algo ha hecho ya.
Europa ha sabido también integrar poco a poco a todos sus miembros. No me cabe duda de que mi generación se siente plenamente europea... europeos sin complejos, que ya es decir. Esto no siempre ha sido así; mis abuelos, por ejemplo, todavía piensan que Europa empieza, o termina -según se vea-, en los Pirineos. España ha sufrido, desde su entrada en la Comunidad Económica Europea allá por el 86, una especie de milagro; económico, político y social. Y Europa no se va a quedar ahí. Dentro de poco va a haber nuevos europeos (en el sentido político). Europa va por buen camino.
Y es que si los europeos, como se ve, queremos y podemos, entonces el camino hacia una Europa más unida y próspera parece que va a ser imparable.
Pero no todo es éxito, no todo es marcha triunfal. En todos los periódicos se lee que Europa está en crisis: es una Europa dividida. O digamos mejor, dividida ante cuestiones puntuales, pero muy importantes. Europa no tiene una voz en materia exterior. Grandes analistas hablan de una crisis de principios. Nada más lejos de la realidad. Las políticas exteriores no se hacen en base a principios, sino a intereses. Es cierto que los intereses pueden estar llevados por principios, pero éstos no dejan de ser secundarios -y el que no se lo crea, que analice sin ir más lejos la crisis de Irak. La crisis diplomática europea no deja de ser una crisis de la mal llamanda Europa del capital. Europa no ha conseguido todavía que los intereses económicos -y en consecuencia, los políticos y sociales- se hayan extendido de tal forma que pudieran fundirse y confundirse en una única postura hacia afuera. Sí, Europa necesita una globalización pequeñita, algo así como una europeización. (Nota al margen: lo que son las palabras y la política: podríamos decir que globalización tiene una connotación negativa, pero europeización no o por lo menos, no tanto).
No deja de resultar paradójico que aquéllos que se manifestaban en contra del Tratado de Maastricht, piedra angular de la Unión Europea, se manifiesten hoy en contra de la postura pro-americana del gobierno y se sientan profundamente europeos, pidan una voz europea fuerte y única -obviando, claro está, que eso supone el párrafo anterior. Hombre, puede que lo que les guste es manifestarse, quien sabe...
Pero es que uno no sólo es europeo para mostrar su superioridad moral y ética frente a los americanos... también se debe ser europeo para muchas otras cosas, muchos pequeos y grandes retos que vamos a tener que afrontar en el futuro más inmediato.
La ampliación europea hacia el este va a propiciar que nuestro país ahora receptor principal de ayudas para el desarrollo pase a ser donante. Los españoles no sólo vamos a tener que ver cómo se acaba lo que nos daban, vamos a tener que dar. Soy un mar de dudas acerca de si el sentimiento europeo que dicen sentir las masas llegará para tanto, sobre todo porque no somos un ejemplo cuando se trata de compartir entre regiones - se escapa de mi comprensión el problema del Plan Hidrológico Nacional, pero me llama la atención que parece que sea una disputa más bien regional, por encima del signo político de los partidos que la proponen. En definitiva, si queremos Europa vamos a tener una buenísima oportunidad de demostrarlo siendo solidarios y construyendo Europa más allá de nuestro entorno, posiblemente muy lejos del mismo.
A eso hay que aadir un hecho que no pocos les desagrada. En un artículo de Antonio Burgos de hace tiempo, con Maastricht hemos topado, comenta con sorna que seguimos celebrando el 2 de mayo como fiesta de la Comunidad de Madrid. Y que precísamente esa fecha histórica invoca a un primer "Maastricht No", a una primera declaración de independencia contra Europa. Es evidente que las decisiones políticas van a trasladarse poco a poco a Bruselas, a Estrasburgo o a donde toque... Entonces -en conjunción con un amplio consenso en cuanto a intereses- es muy probable que Europa tenga una sola voz - justo lo que piden muchos ahora. Pero qué pasará si no es lo que tú piensas/opinas? Cuando se quiera implantar la reforma educativa universitaria de Bolonia, se mostrarán tan europeos los espaoles a los que les perjudique? Y así mil preguntas más...
En pocas palabras: Europa, aunque ha conseguido ya grandes logros, está aún en pañales y en un proceso de construcción que va a ser largo y en el que también va a haber que saber ceder para alcanzar conjuntamente el sueño de una Europa más próspera, más unida y de brillante futuro. Esperemos que el sentimiento europeo de estos días perdure y no todos esos que tan orgullosamente se muestran hoy como europeos, resulten ser europeos de pastel. Tengo mis muchas dudas, pero ojalá me equivoque.
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